Describir la experiencia de hacer terapia es tan complejo como describir la maravilla del vuelo del colibrí, nos fascina, nos sorprende, pero… ¿Podemos describirlo? Tal vez si logramos conectarnos con nuestro ser más esencial, podamos expresar la vivencia, pero ¿Cómo? Hay otras formas que vienen al encuentro, no solo la palabra, pueden ser gestos, baile, canto, una expresión plástica, un sueño o incluso una poesía.

Estas otras formas son más cercanas a nuestra mismidad. La Terapia busca un encuentro de otra dimensión a la experiencia cotidiana. Es un aceptar y sorprenderse con el otro, es acompañar sin condiciones, es una aventura, desde el héroe hasta la sabiduría.

Tener una cosmovisión renovada, implica un ser humano, humana, en todas sus dimensiones. Promover el contacto con su mundo interior y la expresión en el mundo real, es parte de éste viaje de transformación.

El trabajo con los sueños*, la fantasía** o la imaginación activa*** (1), son algunas de las formas con las que Jung (2) nos acerca el inconmensurable mundo del inconsciente personal y colectivo . A partir de estos abordajes en Terapia, podemos activar un canal de comunicación entre el mundo inconsciente y el yo consciente, de manera de concienciar una totalidad, tal y como es nuestra Psique.

La biografía del paciente, el aquí y ahora, el relato de sí mismo y del otro, la experiencia onírica, la tercera presencia, como experiencia sumada de transferencia/contratransferencia, conforman una totalidad que lejos de ser concreta, nos acerca a descubrir, a sorprendernos, a aliviarnos, a cerrar, procesar e integrar y a crear o re-crear, ese que alguna vez fuimos y que a partir de la experiencia terapéutica promovemos y asistimos, ése es el viaje de individuación****.

Bienvenidos entonces todos los relatos,los anhelos, las desventuras, las tristezas, las alegrías, los desvelos, las angustias y ansiedades, todas las emociones y los síntomas.

Todos, son expresiones de nuestro ser, que irá sanando y mostrándose, y  actualizándose en la propia y trascendente vocación de ser.

Iremos juntos tomando contacto con más energía vital, las más de las veces, lastrada por el peso del dolor, del trauma, del complejo, del pasado, nada que en los 3300 aleteos por minuto, de las alas del colibrí, le llegue a preocupar, ni a nosotros.