El mejor motivo para hacer Terapia, debiera ser el anhelo de recorrer el camino, que nos lleve a la Individuación, (no confundir con individualización, por lo cual designamos aquello que es individual, es decir uno mismo, frente a los demás).
Carl Gustav Jung (2007) nos dice que la individuación sería “llegar a ser uno mismo, un in-dividuo, la intimísima, definitiva e irrepetible manera de ser”.
En cada una de las etapas del desarrollo evolutivo, atravesamos distintas situaciones de vida que enriquecen la existencia y expanden la conciencia, hasta convertirnos en un ser Individuado.
Esto es un conjunto de logros, resultado de experiencias, que han de enfrentarse, no sin sufrimiento, muchas de ellas, hasta llegar a una culminación dónde el resultado es la auto-realización.
Individuarse es alcanzar aquello que da y dio sentido y dirección al individuo.
Odiseo…aquel que consigue la victoria de los troyanos, (a través del ardid del caballo), retorna luego de un largo periplo a su amada tierra Ítaca. Allí, acepta el desafío de tensar el arco y hacer diana para volver a sentarse en su trono de Rey. En ese sentido tensar el arco, la dirección que ponemos a la flecha y dar en el blanco, se asemejan al encuentro con el significado que nos guía en el sentido y objetivo que anhelamos, como el héroe, en ocupar nuestro lugar en el universo.
En las palabras del mismo Jung, los seres humanos:
“en cierto sentido, están individuados desde el comienzo de su vida, aunque no sean conscientes de ello. Individuación sólo ocurre con la participación de la consciencia, pero individualidad hay desde el principio de la existencia” (Jung, 2007).
En este viaje de encuentro con nuestro ser más esencial, nos encontramos con la proyección, una forma de poner fuera lo que no podemos contener y elaborar. Al respecto y como si fuera la película de nuestra vida, podremos ser sólo el proyector o tomar las riendas del relato, ser el protagonista, el director, el escenógrafo, el guionista, la historia misma, desmantelando ése poner fuera, para mirar dentro de nosotros mismos y re-producir un nuevo relato dejando de espejar aspectos de nuestra sombra en los demás, algo que requiere una confrontación con aspectos inconscientes.
Este adentrarse en uno mismo, ésa mirada interior, también nos conecta con la sombra, una oportunidad para conocerla e integrarla, también con aspectos creativos abandonados. En suma, ser la heroína o el héroe de una historia que se va escribiendo al tiempo del viaje.
Jung plantea que al final de este recorrido habremos integrado elementos inconscientes, concienciado y elaborado complejos, descubierto nuestra sombra y culminado un proceso de discriminación, de volverse uno mismo, de vivir el ser y estar en la vida, tal y como somos en plenitud y libertad, derrotando las polaridades y aceptándonos.
Llamó a este momento, la coincidencia de los opuestos o el final de la polaridad. (Jung, 2007).
Las etapas de este viaje de integración serían, la consciencia (descubrir, darse cuenta) de partes nuestras, como impulsos, deseos, contenidos psíquicos no expresados, que han permanecido ocultos, a la consciencia, en un inconsciente que se revela en el trabajo terapeútico.
También encontrarnos con la Sombra, como los aspectos ocultos, incluso no valorados socialmente, pero que están cargados de energía vital, que se liberará en el proceso de re-conocerlos e integrarlos. Están allí los peores lados de nosotros mismos, partes alienadas, incluso creativas que se liberan en este andar …”creando alma”.
No se trata de ceder a estas partes, sino hacer contacto con todo nuestro ser, aunque haya lados que seguirán siendo reprimidos, lo que no significa olvidarlos o negarlos.
Seguidamente se hace imprescindible la integración de los polos femenino-masculino en las figuras del anima-animus. Partes opuestas para cada sexo que nos traen para la mujer, el animus o arquetipo masculino (relacionado al vigor y la vitalidad, la fuerza, la razón y la sabiduría) y para el hombre, el femenino (que se corresponde con elementos como la sensibilidad, el afecto y la expresión emocional).
Se trata de integrar en su totalidad el arquetipo sexual, tanto Logos como Eros, haciendo que medien, siendo fuente de creatividad e inspiración. Alcanzado lo anterior empiezan a alumbrarse las zonas oscuras y desconocidas de nuestra psique, algo que amplía nuestra consciencia. En este momento aparece la sabiduría y el descubrimiento, simbolizadas con el sabio interior, que da sentido a lo desconocido, explorando y descubriendo el propio ser (Castilleros, 2020)
Poco a poco van apareciendo momentos en que el sí mismo aparece (self), y empieza a existir la comprensión del propio ser. El proceso se totaliza, cuando se consigue la coincidencia o integración de los opuestos que supone la mismidad, el fin del proceso de individuación.
En este momento el conjunto de elementos que conforman la mente se encuentran ya integrados (lo consciente y lo inconsciente, lo individual y lo colectivo, la persona y la sombra...), habiéndose conseguido una psique totalmente integrada. Ya es él mismo, consciente de los diferentes aspectos que forman parte de su ser y capaz de distinguirse y separarse del mundo. El sujeto es un ser completo, individuado y poco a poco cada vez más autónomo y libre (Jung, 2007).
La individuación permite que seamos libres, que desarrollemos nuestra propia manera de actuar y ver el mundo y que no nos limitemos a seguir el camino marcado por nuestros predecesores, permitiendo que nuestra manera de ser, ver y actuar, surja de manera independiente y diferenciada.
Se trata de dar con el significado de la vida, aquella que nos es dada y habremos de devolver, luego de haber aprendido. Recorrer nuestro camino, atravesar los infiernos, ha de tener significados que nos resuenen, que son propios, que enseñan y nos traen la esperanza de una infinitud en dónde todo se encuentra.
Este viaje nos coloca en el camino, en nuestro ser uno con el Cosmos.
Castillero, O. (2020). Recuperado de https://psicologiaymente.com/psicologia/individuacion, el 13 de julio de 2020.
Jung, C. G. (2007). Dos escritos sobre psicología analítica. Obra Completa, Vol. 7. Madrid: Editorial Trotta.